El auto mas cuidado del mundo
Entonces, mi madre fue a retirar el dinero a Córdoba y decidió darle una sorpresa a mi viejo. Si bien mi padre sabía que iban a comprar un Falcon con ese dinero no tenía ningún auto seleccionado, es más cuando se retiró el dinero del premio él estaba en Rosario como todas las semanas de viaje para la empresa en la que trabajaba. Mi madre junto a su hermano fueron al concesionario Ford de Montironi de Oncativo a ver algún Falcon y encontraron un Standard 71 blanco túnez, impecable y decidieron comprarlo, pero tuvieron que esperar porque habían quedado comprometidos con otro posible cliente. Por suerte el posible cliente no apareció y mi madre pudo comprar el auto, siempre aconsejada por mi tío. Luego de los trámites correspondientes y sabiendo que estaba mi padre volviendo de su viaje a Rosario por su trabajo, decidió llevar el auto y guardarlo nuestro garaje para que cuando retornara de viaje se encontrara con la sorpresa de tener su Falcon. Finalmente mi padre volvió de Rosario en ese ínterin, pasó por casa cuando justo traían el auto, entonces la persona de la Concesionaria que venía con el auto tuvo que esperar a una cuadra del garage de mi casa hasta que mi padre saliera a llevar el camión a la empresa donde trabajaba, fue en ese momento cuando entraron el Falcon al garaje. Habiendo dejado todo resuelto en la empresa y a la media hora volvió mi viejo en su bicicleta, como siempre hacía cada vez que llegaba de viaje, al entrar al garaje a dejar la bicicleta, vio el Falcon. Primero pregunto de quién era y cuando le dijimos que era de él no nos creyó, después estuvo un buen rato llorando de felicidad el viejo. El sueño se cumplió, mi viejo tenía su Falcon. A partir de ahí el Falcon pasó a ser a mi criterio el auto más cuidado del mundo, tanto había soñado con él que mi padre lo tenía igual a un 0 Km. Cuando llovía no salía en el auto, si era calle de tierra trataba de buscar una asfaltada para que no “se llene de tierra el auto”, si en las calles había pozos o piedras las esquivaba “para cuidar las gomas” me decía. De más está decir que nadie más que él le cambiaba el aceite, si se necesitaba hacer algo en el auto no iba a un mecánico, iba a la concesionaria Ford donde lo compró y solo ponían en el auto repuestos originales. Fueron pasando los años, hicimos algunos viajes, pero mayormente se usaba en Oncativo, jamás tuvimos algunos de los inconvenientes que habíamos tenido con los autos anteriores. Cuando yo ya tenía casi la edad de manejar, él prefirió enseñarme a manejar con el camión con el cual trabajaba para "cuidar el falcon" de los posibles errores de un principiante. Cuando él debía salir del pueblo por caminos de tierra por algún viaje, me lo prestaba cargado al camión y a la vuelta vacío, así lo maneje varias veces. Yo tenía 16 o 17 años y cuando le decía que me prestara el Falcon me decía “ya vamos a ver”, en esa época lo manejé muy poco o nada. Así entre cuidados llegamos a 1987, el precio del combustible ya hacía que se usara el auto bastante poco, el Falcon tenía 16 años de antigüedad y salvo algún detalle de óxido en un zócalo, el auto estaba igual a un 0 km. La decisión de irnos a Córdoba, sumado a la enfermedad de mi padre que a veces no le permitía manejar, se decidió vender el Falcon. Apareció un comprador de la localidad de Luque y pagó 5000 Australes por el auto. Yo tenía 17 años y si bien no recuerdo ese día, me arrepentiría toda la vida de haber dejado ir al Falcon.